El plenario del CV 7 aprobó una moción que busca sumar a la zona una
propuesta cultural y turística de calidad y excelencia que potencie al barrio
Concejo Vecinal 7: ubicar a Malvín en el circuito
internacional del tango a través de Villa Yerua
El Concejo Vecinal del
zonal 7 se manifestó a favor de que el inmueble conocido como Villa Yerua sea
gestionado de un modo acorde a las potencialidades que tiene ese bien y con el
fin insertar al barrio Malvín en el circuito internacional del tango.
En su sesión del lunes 27
de mayo de 2013, el Concejo Vecinal, aprobó por mayoría una moción con ese
objetivo y en la que propuso que la Intendencia de Montevideo analice las
potencialidades culturales y turísticas de esa casa, haga un llamado a
expresión de ideas y convoque a interesados en la gestión del bien con ese
objetivo.
Ubicada en la calle Rimac 1361
sobre la rambla Bernardo O’Higgins, Villa Yerua fue propiedad del argentino Francisco
Machio, amigo y cuidador de los caballos de Carlos Gardel, el más famoso de los
cantantes de tango que la visitaba regularmente.
Tras varios años de un
pleito que llevó adelante la División
Jurídica de la
Intendencia de Montevideo, Villa Yerua fue devuelta
plenamente al patrimonio de la ciudad a fines de 2012 cuando la Justicia ordenó el desalojo
de un ocupante.
El plenario del Concejo
Vecinal del zonal 7 entendió que el rico valor simbólico de esa
casa “exige un abordaje profesional” que potencie y aproveche al máximo las
posibilidades de generar propuestas culturales y turísticas en torno al tango y
a la figura de Carlos Gardel.
- Una
iniciativa, tres pilares
La iniciativa prevé aprobada
por el Concejo Vecinal del zonal 7, prevé que ese organismo –el pilar social de
la descentralización participativa- esté representado en todo el proceso a los
efectos de poder ejercer su rol de colaboración y control de gestión y
explicitó la voluntad de trabajar en coordinación con el Concejo Municipal del
municipio E que preside la alcaldesa Susana Camarán.
De este modo, los tres
pilares de la descentralización participativa –los concejos municipal y vecinal
y la Intendencia
de Montevideo- y cada cual desde su rol, estarán vinculados en la concreción de
un proyecto que busca agregar valor a Malvín, barrio sensible a lo cultural y
rico en centros culturales gestionados en forma voluntaria por vecinos,
concejales vecinales e instituciones de la zona.
La moción fue presentada
por el concejal vecinal Julio Scavino el 25 de febrero de 2013 y tras su
aprobación a fines de mayo, la Mesa
Ejecutiva del Concejo Vecinal deberá promover su concreción,
comenzando por comunicarla al Concejo Municipal del municipio E y a los
departamentos de Cultura y de Desarrollo Económico e Integración Regional de la Intendencia de
Montevideo.
La moción aprobada, busca sumar a la zona una propuesta cultural y turística de calidad y excelencia que potencie el intenso trabajo cultural que se desarrolla en el zonal 7 y en el Municipio E.
Leguizamo: “dias
inolvidables” en Malvín
“Al chalet de Malvín, mucho
concurrían, por supuesto, su propietario, pero también Carlos Gardel, y el
jockey Irineo Leguisamo (el “Mono” como le decía el Zorzal). Gustaban veranear
en Montevideo, alojarse allí, compartir asados y reuniones con sus amigos, en
las que el tema principal, está claro, eran los pingos, alimentar los caballos,
entre ellos Lunático cuando concurría a entrenarse en las arenas y aguas de
Malvin”, sostuvo el presidente de la Academia Nacional
del Tango, Nelson Sica Dell’Isola en un artículo publicado en la revista
especializada Tanguedia que edita la Asociación Cultural
Piazzolla.
En ese trabajo, Sica, citó
dichos de Irineo Leguizamo incluidos en el libro “Gardel, páginas abiertas” de
Eduardo Paysée González: “Muchos días inolvidables pasamos en Montevideo, allá
en la playa Malvín, junto al hotel Las Brisas. Maschio había habilitado dos habitaciones
en su chalet (llamado Yerúa como una de sus cuadras de caballos), para
recibirnos a Carlos y a mi. No sorprendió entonces que Carlitos pernoctara con
alguna de sus amigas en una de las habitaciones mientras yo, puerta por medio,
me acicalaba y escpaba por la ventana para vivir la noche uruguaya. Maschio me
creía dormido y Carlos o su compañera, a mi regreso, me abrían la puerta,
porque yo, necesariamente, para entrar a mi cuarto, debía pasar por el de
ellos.
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